Parecida a la de rosas pero ella vende tiempo


Lina María Paniagua, vendedora de minutos.

Parecida a la de rosas pero ella vende tiempo

Noviembre 06 de 2012.

En medio del ruido, de la serenata de un señor me encuentro a Lina María Paniagua, le pido el favor de hacerle una entrevista el principio con un poco de pena no sabe que hacer pero al final con una sonrisa me dice que sí. Primero le tomo la foto me dice que no se la tome muy cerca que porque siempre queda fea yo intentando que se relaje le digo que deje la bobada que es joven y que está muy bonita, simpática me pregunta que si la voy a grabar para saber si aparece luego en las noticias, me río, le digo que sí pero que no se preocupe que simplemente necesito su foto que lo demás va a ser escrito, cambio el modo de la cámara al video y comienzo a grabar.

Coge un bus en el Popular número dos para llegar a la Plazuela San Ignacio en el centro de la ciudad para ocupar un espacio en este lugar atestado de gente y de trabajadores como ella, con su banco se ubica casi en una de las esquinas al frente del Comfama a vender tiempo, palabras, voces, números, minutos. Lina Marcela como ella dice, es una trabajadora independiente que desde los 20 años para  ‘J.B Comunicaciones’,  un señor que da trabajos informales a las personas vendiendo minutos a celular en esta zona. Lleva cinco años yendo y viniendo a trabajar en la plazuela pero confiesa que no le gusta para nada, no le gusta la bulla ni la contaminación, no le gusta su lugar de trabajo pero lo hace para poder sostener y ayudar a su hermana y a su mamá. Pero lo que más le molesta del lugar es la inseguridad, cuenta que ha sido víctima de varios robos en lo que lleva trabajando ya le han quitado cinco celulares y pese que a una cuadra está el comando de policía y en teoría cuidan el lugar no sirve para nada, prefiere cuidarse ella a sola.

Lina no quiere mucho el lugar cuando habla de él lo hace con desánimo, siente que en esos años que lleva trabajando no ha cambiado nada solo ha cambiado ella de esquina a esquina, solo se ha cuidado de los delincuentes y se cuida cada vez que los de espacio público le dicen que no puede sentarse en el banco de plástico que lleva con ella porque ocupa mucho espacio pero después de cinco o seis horas de trabajo chupando calor, sed, hambre ¿Quién no se cansa? Además que carga con unos huesos grandes porque mide más de 1.70 m eso sí lo puede asegurar una persona pequeña como yo. Pese a todo lo malo se levanta cada día para estar allí, para trabajar honradamente y ganarse cincuenta pesos por minuto vendido, para hacerse un promedio diario de veinte mil pesos, pese al lugar, pese a la inseguridad, Lina recibe al comprador con una sonrisa quizá si quiera un poco la Plazuela de San Ignacio, porque quiere que cambie quiere que la gente se apropie más de él y no haya tanto delincuente sacando provecho del esfuerzo de los demás, que la Plazuela no sea reconocida solo por los ‘Chirrincheros’ (Borrachos) sino por el resto de trabajadores y actividades que se realizan allí diariamente. Simpática con dos chistes me despide diciéndome que cumple sus 25 años en diciembre y que me espera con el regalo y que sino puedo me cobra veinte mil pesos con la entrevista. Le agradezco por ayudarme y me dice que tranquila que ella sabe que para los estudiantes tampoco es fácil hablarle a un desconocido y que le cuente lo que hace.

Autor: Lina María Sierra Penagos.

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